POLITICA EXTERIOR DE ESPAÑA EN IBEROAMERICA
Iberoamérica, es, naturalmente, una de las prioridades de la política exterior de España, que intenta combinar la defensa de nuestros intereses en la región con la voluntad de contribuir a la solución de los principales problemas a los que hace frente.
El restablecimiento de Gobiernos civiles y representativos en prácticamente todos los países iberoamericanos no ha ido acompañado de una mejoría de la condiciones de vida de la mayoría de sus pueblos.
Sin duda ello es consecuencia más de las rigideces de unas políticas económicas inspiradas en el llamado Consenso de Washington, que del régimen democrático, pero éste ha acabado por pagar parte del precio: en América Latina, en efecto, los regímenes democráticos han desilusionado a sectores importantes de la población, que parecen buscar refugio en soluciones populistas que, a largo plazo, podrían tal vez desembocar en regímenes autoritarios.
España busca, a la vez, combatir los síntomas (el desencanto y la inestabilidad) y las causas (un modelo económico que no genera prosperidad sostenible ni refuerza la cohesión social).
Para conseguir estos fines, España utiliza todos los medios a su alcance.
El fortalecimiento de las instituciones, por una parte, y el reforzamiento de la cohesión social, por otra, son precisamente las dos líneas principales de acción de nuestra cooperación. En ambas intentamos que la acción estatal se complemente con la actuación de la sociedad civil, sobre todo de partidos políticos y ONGs.
Es importante, en este sentido, recuperar la cercanía entre los pueblos y sus gobiernos, para que se sientan acompañados en sus esfuerzos para superar la situación. En esta línea, el continuo intercambio de visitas de alto nivel que se viene realizando es fundamental.
España asume también la necesidad de defender la presencia de intereses económicos españoles en América Latina. Ello, desde luego, se facilita si la relación política es fluida y si se contribuye a mejorar la situación política, económica y social de cada país, y se facilita más aun si las empresas asumen su responsabilidad social, como la gran mayoría hace ya, y aceptan que la prosperidad y estabilidad de los países en que trabajan es la mejor garantía de su propia prosperidad.
Estamos, otra vez, ante una tarea que Estado, empresas y agentes sociales pueden y deben compartir.
La emigración latinoamericana a España es un elemento nuevo de nuestra relación con Iberoamerica.
El Estado español trabaja no sólo en mejorar sus condiciones de trabajo y estancia en España, sino también en la búsqueda de mecanismos para que su esfuerzo y sus remesas contribuyan lo más sustancialmente posible al desarrollo de sus países de origen, además de lo que contribuyen al nuestro.
Creemos que el espacio iberoamericano debe ser un actor importante en un mundo que queremos multipolar y que debe funcionar con arreglo a mecanismos multilaterales.
Ello exige reforzar los mecanismos institucionales de las Cumbres Iberoamericanas, en la perspectiva de la concreción de una Comunidad Iberoamericana de Naciones.
Ya se ha dado un importante paso adelante, con la creación y puesta en marcha de la Secretaría General Iberoamericana. En la Cumbre Iberoamericana de Salamanca, en octubre de 2005, hemos continuado los avances en la conformación de un espacio cultural y jurídico común (Carta Cultural y Red Jurídica), en la coordinación entre nuestras empresas y su compromiso con los pueblos (foro empresarial sobre la responsabilidad social de las empresas en la lucha contra el hambre y la pobreza) y en la búsqueda de mecanismos innovadores para reforzar la cohesión social (canje de deuda por inversión en educación).
Complementariamente, seguiremos fomentando el acercamiento entre los dos polos de Occidente que son Europa y América Latina.
No solo seguiremos impulsando iniciativas en el seno de la Cumbre UE-AL, sino también los acuerdos de asociación entre la UE, de un lado, y el MERCOSUR, la Comunidad Andina y Centroamérica, de otro.